domingo, 13 de mayo de 2007

Nuevos controles vehiculares


En una entrada anterior ("La Bella Durmiente") nos hemos referido a las preocupaciones estatales por suprimir todos los riesgos que supone la vida moderna, sin retacear los medios que sean necesarios para la consecución de ese fín. Es así que hemos hecho alusión a los controles de alcoholemia que se llevan a cabo y a los controles de los conductores que manejan fatigados y con sueño que se piensan implementar, lo cual, evidentemente, supondrá una radical caída de la accidentología vial.
¿Pero cuál es la razón por la cual habría que desechar la aplicación de esta lógica a otros riesgos potenciales que nos acechan en cada esquina (o en cada curva, de tratarse de una ruta)? Ninguna.
En esta dirección del pensamiento no podríamos dejar de admitir que otra de las causas frecuentes de accidentes en la vía pública es que muchos conductores no tienen una visual correcta (bah... no ven bien): no saben si el vehículo que está al frente va o viene, si está cerca o lejos, si la luz que se acerca está a 50 kms o a 50 metros, y así sucesivamente.
Propicio entonces la necesidad que cada ruta argentina esté dotada de consultorios oftalmológicos móviles donde los conductores puedan ser debidamente evaluados por profesionales de la especialidad, debiendo contar también, como es lógico, con una óptica movil que proporcione al chofer desaprensivo las gafas necesarias.
Sigo y retomo la cruzada de seguridad vial que ha llevado a nuestro sacrosanto gobierno bonaerense a decretar la emergencia en carreteras por algunos nuevos accidentes.
Ahí van algunas nuevas ideas:
  • es sabido que uno de los sectores más propicios para los accidentes son las curvas en las rutas. Conductores desaprensivos que se adelantan, otros que desatendiendo su arte y se salen del carril, quienes muerden las banquinas y colean (a propósito, no estaría mal suprimir las banqinas y hacer todo ruta, por ejemplo de 75 metros de ancho). Propongo entonces que se supriman las curvas, que todo sea recta, una gran recta de Bariloche a El Bolsón, otra recta entre Mendoza y Las Cuevas, y así sucesivamente. ¿Cuantas vidas inocentes se ahorrarían?
  • las lomas impiden divisar si del otro lado viene circulando otro rodado, uno se adelanta confiado y viene el palo. Escollos geográficos de esa índole deberían ser suprimidos con la construcción de puentes y túneles que posibiliten que la cinta asfáltica se encuentre a nivel.
  • los choques frontales suelen ser fatales y luego no queda otra cosa que lamentarse. Creo que debería examinarse la conveniencia de establecer horarios en las rutas. Por ejemplo, de 7 a 8, toda la circulación de Guardia Mitre para Buratovich, de 8 a 9 de Buratovich para Guardia Mitre, y así sucesivamente. ¿Qué le cuesta a los conductores apurados, cuando ha transcurrido su horario, salirse a la banquina, ponerse bajo un árbol, hacer introspección y de paso echarse una siestita? Una reglamentación de esta índole traería aparejado el retorno a los viejos tiempos, donde la gente no andaba tan apurada y tenía tiempo para reflexionar, mirando al cielo y las estrellas. Además los viajes tendrán el condimento de la aventura: las 11 horas que antes demandaba trasladarse desde Buenos Aires a Neuquén ahora se duplicarán, dejando un precioso tiempo libre para imaginar travesías, divisar aves, estudiar la vida de las hormigas, y tantas otras actividades cautivantes.
  • ya está prohibido circular por la vía pública hablando por teléfono celular para evitar que el conductor se distraiga. Considero que esa sana directiva debería ampliarse y prohibir que el chofer hable con sus acompañantes. ¿Es menos distractivo hablar con un interlocutor invisible por teléfono, que hacerlo con uno que tenemos en la butaca izquierda? Se aducirá que el uso del celular no sólo está referido a la distracción de la conversación, sino al hecho que en esas circunstancias el conductor tiene una mano ocupada. Es verdad. Por lo cual deberá sancionarse a todo chofer que separe, por cualquier motivo que sea, las manos del volante. No más fumar (se paso se preserva la salud, no más prender la radio ni cambiar de dial, no más ademanes al hablar, no más el brazo en la ventanilla. Como es natural, ello obligará a que los vehículos habilitados para rodar tengan que ser exclusivamente los automáticos, donde no sea necesario hacer cambios, y con eso distraer una mano del volante.
  • la nocturnidad es algo terrible, es el horario del día en que mayor cantidad de accidentes se producen. Se impone la inmediata iluminación de rutas y caminos. Luminarias incandescentes evitarán que se pueda divisar correctamente todo lo que sucede sobre la cinta asfáltica.
  • ¿cuantos accidentes se han producido por conductores que se han distraído leyendo carteles viales que aconsejan prestar atención en el manejo? Deben eliminarse todas las señales de tránsito, máxime en la medida que, como se propicia, las rutas argentinas deberían estar diseñadas en línea recta y con un solo sentido de circulación.
  • ¿cuál es la razón de los controles selectivos? ¿cuantos potenciales ebrios, somnolientos, chicatos y demás se cuelan por los entresijos de la selectividad? Puestos a controlar, el control debe ser total. Y buscar los momentos de mayor efectividad. Enero. Ruta 2. 14 horas. Bloqueamos el loco fluir de vehículos en forma total y a soplar, ver el nivel de sueño, comprobar la agudeza visual, chequear la documentación, etc, etc, etc. ¿Qué se producirán largas colas? Ahí están los agoreros de siempre, egoístas e individualistas que no les importa ni la vida ni la seguridad del prójimo. Son las pequeñas restricciones a la libertad individual en beneficio del bien común.

No quiero agotar a los eventuales lectores con las digresiones precedentes, aunque prometo continuar ampliándolas.

Pero lo que sí no puedo soslayar es convocar a la ciudadanía a la responsabilidad cívica que exige la hora: señores, hay que agudizar el ingenio a los fines de suprimir de la faz de la tierra los peligros potenciales, cueste lo que cueste.

Muchas gracias

sábado, 12 de mayo de 2007

La responsabilidad del conocimiento


La alienación es un estado mental en virtud del cual el individuo se encuentra incapacitado de comprender la realidad en la cual se encuentra inmerso, de comprender su realidad social, en sus nexos y en su génesis. Por consiguiente está también impedido de comprender-se a sí mismo, de reconocerse como sujeto, ya que el es también un ser social.
Todo esto me hace pensar que todos nosotros, en alguna medida, estamos y estaremos inevitablemente alienados. Pero no todo es lo mismo. La desalienación en sí como punto puro, desprovisto de alienación, parece ser un mero slogan. La cuestión radica en la constante superación de un particular estado de alienación, por la progresiva aprehensión de nuestras condiciones reales de existencia (siempre históricas y transitorias). El contenido positivista, en última instancia (o no tan última), de estos postulados es evidente, algo que no consigo resolver.
Y si bien rechazo fervientemente la posibilidad de la desalienación pura, defiendo y creo en los procesos graduales de desalienación, extendidos hasta el infinito.
Un paso importante en este proceso (en mi opinión) es el reconocimiento del carácter social de nuestras condiciones materiales de existencia. La conciencia de que nuestras condiciones de existencia no son naturales, sino sociales y transitorias, y en tanto sociales, modificables. Otra cuestión de suma importancia, que se parece más a un opción política, pero que no creo que lo sea tanto, es el hecho de reconocer en el otro a un igual. Los límites de este reconocimiento o de esta “igualdad”, parecen ser innatos; como si en realidad estuviésemos incapacitados biológica o psicológicamente, en razón de la conformación de nuestro aparato psíquico, para ver en el otro a un igual. Bueno, yo personalmente prefiero, ante la duda, no aceptar a priori ninguna incapacidad natural, y de la misma forma en que creo que la desalienación debe ser entendida como un proceso ( movimiento, acción, praxis), de la misma forma pienso que debe entenderse a la concientización sobre la existencia de otros “YOs” , más aún cuando es uno de los aspectos constitutivos de la desalienación.
Y este primer paso, el de reconocer el carácter social de las condiciones nuestra existencia y el de ver en los otros a iguales, tiene una consecuencia directa, y es la de que a partir de este momento seremos responsables por lo que hagamos o dejemos de hacer. Si me veo en el otro a mi mismo, el dolor del otro es, en alguna medida, mi dolor, y si las condiciones de existencia son modificables, quiere decir que puedo evitar o disminuir ese dolor del otro que es también mi dolor. Esta es la responsabilidad que acarrea el conocimiento, o por lo menos este conocimiento particular. Si somos concientes somos responsables.

miércoles, 9 de mayo de 2007

CUANTO SABER PRE-REFLEXIVO


Cada día me sorprende más (y me indigna) la cantidad monstruosa de saberes pre-reflexivos que constituyen el derecho (como discurso). Y pobre de aquél que pensare que esto es sólo una casualidad, no señor, debería escuchar un poquito más a Baratta.
Y es que el derecho forma parte de la superestructura jurídica, y como tal ...es una de las formas en las que se expresan las relaciones sociales ( principalmente de producción), y estas son su contenido. Pero ojo!, no se vaya a pensar que las normas jurídicas reflejan de forma sincera estas relaciones, todo lo contrario. Por lo general las presentan deformadas, ocultando la verdadera relación de explotación, de dominación... ocultando el poder. Ejemplo: la libertad plena y la autonomía de la voluntad que reinan en el contrato ( y en todo el derecho civil), la igualdad ante la ley (pensemos en el caso de las leyes penales), la jeraquía normativa ( ya lo dijo Luigi, las normas de menos jerarquía son tendencialmente inválidas y las de mayor jearquía son tendencialmente ineficaces), etc.
Si amigos, somos portadores, reproductores, sostenedores... de un discurso del poder, de la dominación, y posibilitadores de la realidad que tenemos, ...somos responsables.
El poder...mal de todos los males, por oposición a la libertad.... .
Que términos contrapuestos..."poder" y "popular", y entonces por qué es que algunos repiten:"viva el poder popular"..."poder al pueblo". ....Si poder es siempre dominación ...posibilidad de determinar el comportamiento de los demás...explícita o implícitamente. Entonces el poder popular es un imposible absoluto....la patraña más grande...el poder nunca esta al servicio del pueblo...el poder esta siempre al servicio del poder..y contra el pueblo, ya que actúa sobre este.
La libertad es mi paradigma. Donde la libertad gana terreno, lo pierde el poder. Donde la libertad gana terreno, la mujer y el hombre son realmente mujer y hombre. Donde la libertad gana terreno desaparece la alienación. Donde la libertad gana terreno...

jueves, 26 de abril de 2007

La Bella Durmiente


De acuerdo a lo que informa el diario "Perfil" del domingo pasado (22/4/07) resulta que se habría determinado que el "sueño" es tan peligroso como el alcohol al momento de cuantificar los accidentes de tránsito.

Como el Estado se encuentra embarcado en una campaña tendiente a evitar todo tipo de riesgos y sancionar a los que incurran en ellos, ya hace tiempo que inventó un aparatito que mide la cantidad de alcohol en sangre, de tal modo que, independientemente que uno se desplace a 20 kms por hora, atado con cinturón de seguridad de 5 puntos, con casco y buzo antiflama, con todas las luces encendidas, parando en todos lo semáforos, de igual manera, de superar los límites de alcoholemia permitidos, se hará pasible de una multa bastante suculenta, como asimismo de la inhabilitación para conducir, primero por 6 meses, luego por 1 año y finalmente en forma permanente. Insisto, todo ello independientemente que se haya generado algún riesgo en forma concreta y efectiva.

Resulta que ahora dos científicos habrían inventado otro artefacto que mediría "la cantidad de sueño" que tiene el conductor al momento de ser detenido por la autoridad de control.

Me imagino la situación. En primer lugar habrá que implementar los operativos en el medio de la ruta, ya que cuando el conductor recién sale de viaje, difícilmente pueda tener sueño. Entonces, el operativo se ubicaría en el km 944 de la ruta que une Río Colorado con Choele Choel (por ejemplo). De detectarse que el conductor se desplaza con algún nivel de somnolencia (además de la multa) deberá ser conminado a estacionar en la banquina y dormir 3 ó 4 horas (de acuerdo a los niveles de sueño), todo bajo la atenta vigilancia del Cabo Pereyra, que deberá controlar a su vez que el conductor no finja que está durmiendo, sino que efectivamente duerma, para lo cual se le colocarán unas sondas cerebrales que registren la efectiva actividad neuronal.

En caso que el conductor viaje acompañado por terceras personas (especialmente si dentro del pasaje se encuentran niños) los mismos serán invitados a abandonar el vehículo para no perturbar el sueño del conductor, siendo que se implementarán picados de futbol para los varones, partidas de canasta para las señoras y peloteros para los púberes (mostrando de este modo una imágen más humanizada de la autoridad de contralor).

Considero que la función estatal de minimizar riesgos debería implementarse en otras áreas, hasta llegar a deteminados niveles de seguridad vial total. Por ejemplo, paso a esbozar algunas ideas:

  1. que ningún vehículo viaje a contrasol, para evitar encandilamientos o una perfecta visión de la ruta. Por ejemplo, por la mañana temprano quedará prohibido viajar de la provincia de Buenos Aires a la de Mendoza, y por la tardecita no se podrá ir de Catamarca a La Rioja.
  2. es sabido que la radio (sobre todo cuando pasa música) contribuye al adormilamiento del conductor. En adelante el Comité Federal de Radiodifusión exigirá a sus estaciones que cada 10 minutos y por espacio de 30 segundos, se emita el sonido de una sirena estridente, idónea para sacar del letargo al posible conductor somnoliento (que nos disculpe Ketama o Mario Mactas).
  3. en todas las cabeceras de ruta se instalarán modernos equipos médicos, exigiendo al conductor que decide aventurarse a la ruta, que en forma previa rinda un exámen de aptitud psico-física, principalmente encaminado a determinar la posibilidad de sufrir un infarto de miocardio en pleno arte de conducir, un ataque de hemiplejía u otro de algún tipo de insuficiencia que sea idóneo para perder el control del vehículo.
  4. en ambos laterales de la ruta se colocarán lonas verdes, de unos 3 metros de altura, para evitar que los conductores se distraigan mirando para los costados la cantidad de vaquitas, un molino o cualquier otra pavada que lo pueda sacar de la elevada función que desempeña.

En fín, podríamos continuar enumerando medidas preventivas que se podrían adoptar para minimizar los riesgos de la conducción vehicular, pero pregerimos dejarlos librados a la imaginación de los amigos.

Un amigo que tenía (hoy fallecido) siempre decía que no había que tenerle tanto miedo al indio como al bolazo. Sabia reflexión.

domingo, 22 de abril de 2007

El fin "resocializador" de las penas


El artículo 18 de la Constitución Nacional en tanto dispone que "Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas..." recepta en forma implícita que el fin de las penas debe ser la resocialización de los individuos alcanzados por la misma, cuestión que ha terminado de quedar dirimida a partir de la constitucionalización en el año 1994 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que de modo expreso dispone que "Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados" (art. 5.6) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que en idéntica sintonía dispone: "El régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados" (art. 10.3)
Ahora bien: ¿asiste al Estado (al menos al Estado liberal) el derecho de someter a los individuos a "tratamientos" para lograr su resocialización?
Dejaré de lado aquí la cuestión fáctica de que las cárceles de nuestra región no parecen ser los sitios idóneos para resocializar a nadie, y muy por el contrario, se muestran más proclives a profundizar los factores criminógenos que han llevado a las personas a delinquir.
Considero que si un mérito tienen las sociedades modernas (al menos desde lo programático y lo discursivo) lo es el respeto por la autonomía de la voluntad, requisito indispensable de la sociedad pluralista, donde puedan convivir personas de todos los colores, religiones, tendencias políticas, condición sexual y (¿por qué no?) aquellos que agreden ciertos valores generalmente aceptados por los demás (vida, propiedad, libertad, etc).
¿Cuál sería la razón para "resocializar" a aquél que atenta contra la seguridad cortando vías de comunicación porque entiende que ese es una forma de lucha social? ¿o a aquél que cometió un homicidio pasional? Pero también a aquél que atenta contra la propiedad en forma reiterada por ser vulnerable a esa forma de delincuencia.
¿Es que además de privarlo de la libertad en sitios infectos e inmundos, también nos tenemos que inmiscuir en su psiquis para desviar sus designios y guiarlo "por el buen camino" (camino que -recordemos- generalmente ha sido la causa de que delinquiera)?
Considero que el fin resocializador de las penas se encuentra en fricción (por no decir, lisa y llanamente, contradicción) con la columna vertebral del programa constitucional, que sin lugar a dudas lo es su artículo 19, que consagra el respeto a los ámbitos de reserva de cada individuo, dentro de los cuales se encuentra la delineación del plan de vida.
La experiencia (al menos mí experiencia) demuestra que la pena debe ser analizada desde una posición "agnóstica" (Zaffaroni) y que si para algo sirve reconocerle un fin "re", lo es para reclamar condiciones de vida dignas a los individuos que se encuentra privados de su libertad.

lunes, 16 de abril de 2007

Los miles de rostros de la Inquisición

El pasado mes de Marzo, la Universidad Católica Argentina, tomó la decisión de separar de su cuerpo docente al Dr. Carlos Alberto Chiara Díaz.

¿El motivo? Haber integrado, junto a otros destacados juristas, la comisión que elaboró el Anteproyecto de Código Penal que despenaliza el aborto en caso de violación y disminuye sensiblemente las escalas para el resto de los casos.

Llama la atención que esta decisión haya sido adoptada a casi un año que la aludida comisión cesase en sus funciones con la entrega del Anteproyecto respectivo, que, hasta donde se sabe, duerme el sueño de los justos.

Carlos Chiara Díaz es un brillante jurista contemporáneo, quien cuenta con una profusa obra doctrinaria. Actualmente es ministro de la Corte entrerriana y ha participado en numerosos procesos de reforma, entre ellos, el de la Provincia de Buenos Aires, donde también integró la comisión que elaboró el actual Código Procesal Penal. Es decir, su excelencia intelectual, a la cual debe sumarse su hombría de bien, se encuentran completamente descontadas.

Considero que es una responsabilidad de la Universidad garantizar la libertad de cátedra para permitir a los jóvenes que allí estudian confrontar la más diversa gamas de ideas, lo cual forma parte de una formación pluralista y democrática.

Sin embargo, no me animaría a sostener que esta responsabilidad deba ser garantizada por las universidades privadas. Es decir, no me lo imagino a Roberto Durrieu dando clase en la Universidad de las Madres. Como tampoco me lo imaginaría a Eduardo Barcesat en la FASTA. Creo que en este sentido las universidades privadas tienen el derecho a seleccionar su cuerpo docente de acuerdo a su línea política.

Pero lo que me parece que no se puede hacer es separar a un profesor que ya se estaba desempeñando en una Universidad por sus ideas sobre un tema en particular, lo cual, lisa y llanamente, debe ser catalogado de acto discriminatorio.

Carlos Chiara Díaz fue designado por el gobierno nacional para integrar la comisión reformadora del Código Penal, lo cual es un orgullo para el designado, pero también para todos los organismos que lo cuentan en sus filas, llámense organismos jurisdiccionales, universidades, ONG's o lo que sea.

Lo que Chiara Díaz no podría hacer (y estoy seguro que no ha hecho) es parcializar la enseñanza y abogar en forma exclusiva en favor del aborto, pero tampoco pueden las autoridades universitarias pedir a sus docentes que renieguen de sus convicciones y denosten el aborto.

Me parece que con este criterio, los docentes de la UCA no se podrían separar de sus cónyuges, mucho menos divorciar. Ni que hablar del empleo de métodos anticonceptivos.

La U.C.A. (que supo tener en su cuerpo docente a Eugenio Raúl Zaffaroni) ha equivocado el camino en forma lamentable y retrotrae la memoria a la más negra de las noches, como lo es la noche del oscurantismo y la caza de brujas .

sábado, 14 de abril de 2007

Barras Bravas y Carcel


He venido siguiendo con no poca sorpresa la airada reacción que han exteriorizado la mayoría de los medios periodísticos nacionales con motivo de la visita que los jugadores bosteros Palermo, Palacios y creo que un arquero, hicieron a los barra bravas que se encuentran presos en la carcel de Marcos Paz.

Varios periodistas (alguno de los cuales pueden ser tildados de "progresistas") han reclamado la aplicación de sanciones a los jugadores, en el entendimiento que su actitud los asimila a los hechos por los cuales han resultado condenados esta gente.

Aclaro que no soy bostero, que le deseo lo peor a Boca Juniors y que estoy decididamente en contra de la violencia en el futbol y en cualquier otra parte, pero me parece que dicha reacción constituye un exceso de neto corte autoritario.

¿Cuál es la razón por la cual 2 ó 3 individuos, jugadores de futbol para más datos, no puedan visitar a otras personas que se encuentran detenidas, purgando una condena? ¿Debe privarse a estos jugadores la posibilidad de visitar a otras personas que probablemente sean sus amigos, con quienes tengan corrientes de afecto? Los detenidos ¿no tienen derecho a recibir visitas por haber sido condenados por actos de violencia en el futbol? Sus visitas ¿debe limitarse a personas que no tengan ninguna relación con el futbol?

Francamente, me parece que quienes se han escandalizado por este hecho están en la pavada y no pueden mirar un poco más allá de sus propias narices, y flaco favor le hacen a una sociedad que debe modificar sus costumbres por prácticas un poco más democráticas.

Ahora, si se prueba que como consecuencia de esta visita los jugadores actuaron como nexo para incentivar la violencia o algo por el estilo, eso sería otra cosa. Pero mientras tanto, negar la posibilidad que los jugadores de un club vayan a visitar a los detenidos hinchas de su equipo y llevarles un poco de solidaridad ante el momento que atraviesan (estar privados de la libertad) me parece poco menos que inhumano.

sábado, 7 de abril de 2007

Pegarle a un maestro


PEGARLE A UN MAESTRO
Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente.


Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir.


Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario.


Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza.


Lo saben sus padres.


Lo saben sus abuelos.


Lo sabe el tutor o encargado.


Lo saben los que no tienen estudios completos.


Lo sabe el repetidor.


Lo sabe el de mala conducta.


Lo sabe el que falta siempre.


Lo sabe el rateado.


Lo sabe el bochado.


Lo sabe hasta un analfabeto.


No se le pega a un maestro.


No se le puede pegar a un maestro.


A los maestros no se les pega.


Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores.


Son unos burros.


No saben lo más primario.


Lo que saben es matar a un maestro.


Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno.


Lo que saben es golpearlos con un palo.


Lo que saben es dispararles balas de goma.


A los maestros.


A maestros.


Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro.


Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace.


Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla.


Pero no se le puede pegar a un maestro.


No se le pega a un maestro.


A los maestros no se les pega.


Y no lo saben porque son unos burros.


Y si no lo saben que lo aprendan.


Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual.


Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas.


Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos: Que no se le pega a un maestro.


No se le puede pegar a un maestro.


No debo pegarle a un maestro.


A los maestros no se les pega.


Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados.


Por Mex Urtizberea Para LA NACION

Democratizar la carcel


Desde 1983 a esta parte, nuestro país ha experimentado un proceso de democratización que atravesó en forma transversal todas sus estructuras, ello a pesar de aquellos que de una forma u otra, directa o indirectamente, se oponen a ello.
Hoy -afortunadamente- existe la posibilidad de insertarse en distintas instancias (partidos políticos, sindicatos, ONG's) que de un modo u otro luchan por transformar cierto estado de cosas y mejorar la forma de vida de la sociedad.
Sin embargo, uno de los pocos sitios donde el proceso de democratización no ha llegado, es la carcel. La carcel continúa siendo el mismo lugar opaco e invisible, donde los ojos de la sociedad no pueden ver qué es lo que ocurre en su interior, y quienes allí permanecen alojados tampoco pueden ver lo que acurre en el afuera, como si se tratase de un gran ghetto, inexpugnable, que no forma parte de nuestra sociedad y cuyos ocupantes se tratasen de extraterrestres.
Si bien es cierto que la carcel constituye la más palmaria demostración del fracaso rotundo de sus proclamados fines (resocializar, reinsertar, readaptar), ello no quita que -mal que nos pese- todo indica que tendremos que convivir con esta institución por largos años, de donde se torna un imperativo humanitario procurar mejorar las condiciones de vida de las personas que allí se alojan.
En esta línea de pensamiento, no encuentro razón alguna -ni siquiera las de seguridad- que expliquen los motivos por los cuales no se puede democratizar la vida en las cárceles.
En mi óptica, esta democtratización debe operar en una doble vía, tanto interna como externa.
En lo interno, debería propenderse a que los internos tengan algún nivel de participación en la conducción de los sitios donde se encuentran alojados, teniendo la oportunidad de ser escuchados por aquellos que tienen a su cargo conducir los destinos de los establecimientos. Ser escuchados no significa pararse con una reja de por medio para oir los reclamos. Ser escuchados significa colocarse en una posición de igualdad para debatir los puntos centrales que hacen a la convivencia. La participación de los principales interesados en el fenómeno de la vida carcelaria (los propios presos) debería redundar en forma inmediata en el mejoramiento de las condiciones de vida, ya que nadie mejor que los propios internos son los que conocen la forma de elevar dicho estandar. Esta forma de conducción de las instituciones de encierro (cárceles, manicomios, orfanatos, geriátricos), ignorando la existencia de las personas que justifican su existencia, los cuales son tratados como meros objetos, es una de las formas más acabadas de autoritarismo, inaceptable para la vida en democracia.
En lo externo, debe fomentarse la formación de comisiones de familiares de personas privadas de la libertad, como asimismo de otras entidades de apoyo a los presos, para perforar de ese modo el muro que separa el encierro de la vida en sociedad, y que sean terceros ajenos a la institución carcelaria, los encargados de transparentar al resto de la comunidad lo que ocurre intramuros, contribuyendo a desmitificar el fenómeno carcelario.
En resumidas cuentas, la democratización de la carcel es una de las inexplicables asignaturas pendientes que tenemos como sociedad y que deberíamos afrontar en homenaje a la sensibilidad humana y la dignidad de las personas.

domingo, 1 de abril de 2007

Al mal tiempo buena cara


Cada vez que llueve y hay tormenta es común escuchar que ha "empeorado" el tiempo, que el tiempo está malo, que se espera que en algún momento mejore y otras frases por el estilo.
Según afirman algunos psicólogos, es probable que esta visión pesimista de dichas condiciones climatológicas obedezca al temor ancestral que despiertan los elementos, lo cual íntimamente nos da la pauta de nuestra pequeñez e indefensión ante la naturaleza.
Sin embargo, soy de la opinión que la identificación de mal tiempo con lluvias y tormentas no deja de ser un convencionalismo que para nada constituye una regla general, aceptada por todos.
Sin ir mas lejos, mi propio caso (y considero que debe haber unos cuantos que coincidan conmigo). Voy a ser franco en afirmar que prefiero las lluvias y las tormentas al sol que raja la tierra, el calor sofocante y otras penurias por el estilo. De donde las condiciones climáticas que generalmente son definidas como "malas", para mí son "buenas".
Disfruto de la lluvia y las tormentas. Ese es un estado del tiempo que genera las condiciones propicias para quedarme en mi casa tranquilo, leyendo un libro, trabajando con la compu, mirando una película, haciendo "algo" con la patrona, jugando con la nena, escuchando música, organizando comidas con los amigos y otros menesteres. En mi caso es una condición que me permite pensar en forma más tranquila y reposada, hacer balances, sumergirme en la nostalgia recordando cosas pasadas y miles de otras experiencias que de pronto no me son tan propicias con "buen" tiempo.
Por lo contrario, los días de sol y calor traen aparejadas otras exigencias que no se compadecen demasiado con mi forma de ser. Ahí tenemos que cazar los cacharros y salir a disfrutar en forma comulsiva del aire libre junto a las multitudes que gozan de los mismos beneficios climáticos. Se reduce el tiempo para uno mismo. Tenemos que marchar junto al rebaño y dejar para más tarde las ocupaciones que aguardan en n uestros hogares.
No, decididamente, lluvias y tormentas son "buen" tiempo.
En estos momentos tan dramáticos que viven algunos hermanos nuestros, debo dejar aclarado que cuando me refiero al comentario anterior lo hago en forma genérica y abstracta, sin referirme a catástrofes y desgracias, que tanto vienen de la mano de inundaciones como de sequías extremas.

martes, 27 de marzo de 2007

Y si...




El genial escritor portugués José Saramago ha desarrollado parte de su obra sobre la base de situaciones hipotéticas, bastante extremas, que suponen un buen desbarajuste de la vida en sociedad, quizá como consecuencia de sus raíces anarquistas.

Así en "Ensayo sobre la Ceguera" todo un pueblo, inexplicablemente, sin razón aparente aluna, queda ciego, salvo unas pocas personas que quedan para guiarlos, desencadenándose una serie de situaciones que ponen de relieve la naturaleza de la condición humana, con todas sus grandezas y sus miserias.

Luego vendría "Ensayo sobre la Lucidez", donde este pueblo hipotético, sin concertación previa, no concurre a un acto comicial, desatando las más disparatadas reacciones por parte del gobierno.

Finalmente, "Las Intermitencias sobre la Muerte", en que la gente comienza a dejar de morir, de buenas a primeras ya nadie muere. Las especulaciones que se suceden son también desopilantes y para reflexionar.

Pero me parece que a Saramago se le ha olvidado plantear una situación hipotética, y aquí le voy a dar la idea: ¿y que pasaría si un día la gente dejara de delinquir?

Imaginemos por un momento esta situación: ya no hay más robos, no más homicidios, no más violaciones, no más defraudaciones, no más falsos testimonios, no más nada.

Me he planteado una situación de esta índole y se me ocurre que las consecuencias podrían ser tanto o más catastróficas que las derivadas de una guerra.
  • Todo un aparato estatal que se vuelve ocioso: jueces, fiscales, defensores, empleados públicos, etc. dejan de tener razón de ser.
  • Bufetes de abogados especializados en quiebra.
  • El Servicio Penitenciario desocupado
  • Proveedores para la hotelería de los presos a otra cosa
  • Periodistas que tienen que redimensionar su actividad y ocuparse de otros temas (diarios, televisión, radios, revistas)
  • Librerías especializadas en textos de criminología, derecho penal, procesal penal y otras yerbas condenadas a dedicarse a novelas de Corín Tellado.
  • Compañías aseguradoras que pierden un mercado rentable al borde del colapso
  • Comercio en general entrando en pánico: vendedores de alarmas, de rejas, armas para la defensa

Estoy seguro que me olvido de un sinnúmero de rubros que se podrían incorporar al listado (como por ejemplo los blogs que se ocupan de cuestiones penales). Pero lo que es evidente es que la catástrofe adquiriría magnitudes impensadas, colocando a la civilización contemporánea al borde del abismo.

¿Es que tendremos que agradecerle a la delincuencia por su benéfica labor en favor de la humanidad?

domingo, 25 de marzo de 2007

Gente Mala



Afirmo que existe una cierta especie de gente mala, muy jodida, que permanece agazapada, al acecho, esperando la oportunidad de consumar su malicia.

Esta gente (la que en breve me encargaré de desenmascarar para advertir a otros ocasionales viandantes) tiene la rara virtud de pasar bastante desapercibida, como gente del común, hasta que llega el momento de desplegar sus artes e toda su magnitud.

Me refiero concretamente a aquellas personas que están a la espera de sorprenderte para poner a prueba la memoria sobre hechos remotos, que de no ser recordados, te colocan como el más miserable y despreciable de los seres.

Pruebas al canto. Días pasados me tocó atravesar esa infausta experiencia por dos veces consecutivas, con diferencia de unas pocas horas una de otra.

Ingreso tranquilamente a una confitería de mi ciudad. No había nadie en el salón. Se me acerca el mozo, un muchacho de unos 30 años, que me pregunta qué voy a tomar. Luego de hacer el pedido, el susodicho me dice:

- Je, que chico que es el mundo.

...

Me quedo mirándolo, entre curioso y sorprendido, maquinando a mil por hora. ¿Qué me está queriendo decir este individuo? ¿Se estará refiriendo a alguna trapisonda de juventud? ¿A algún amorío oculto que uno pudo haber tenido con una novia suya? Perplejidad, alelamiento.

Vuelve a la carga:

- ¿Qué, no te acordás de mí?

Luego de haber urgado en los recovecos más recónditos de mi memoria, ya vencido, le digo que no, que me disculpe, que soy un poco despistado, pero que no lo puedo sacar, todo tratando de parecer simpático, como para que no se sintiera desairado con mi infausta respuesta.

Luego de seguir manteniéndome la mirada con ojos pícaros y chispeantes, luego de pasados unos segundos que para mí parecieron toda una eternidad, el emboscado se digna especificar:

-Pero ché, no te acordás de mí, yo iba con mi viejo a ...(x parte), que era amigo de Cacho "Y", y vos siempre estabas ahí... Pero ché, cómo no te vas a acordar, mi apellido es (un apellido común cualquiera), esto habrá sido por el año '87, yo era un pibe.

Vuelvo a mis reflexiones.

¿Podrá existir otra especie de gente más jodida que esta, que te tenga en vilo por espacio de varios minutos, estrujándote las meninges para tratar de recordar a qué era a lo que se refería este individuo, y que yo supuestamente debía de recordar como si se tratara de un hecho que había sucedido ayer?

¿No sería lo lógico que ese individuo, cuando te ve entrar, y si su verdadero propósito fuera el de rememorar un hecho pretérito, te dijera "Hola, cómo andás, qué alegría de verte después de tanto tiempo, yo soy Pedrito, que sabía andar por tal parte y que algnas veces compartí tal cosa con vos?

¿Qué es lo que esperaba de mí? ¿Qué inmediatamente de verlo, después de pasados 20 años de haberlo cruzado por única vez, me pusiera a saltar a los gritos, exteriorizando mi alegría por el encuentro casual que nos propone la vida?

Afirmo que esos individuos gozan y se relamen viendo la manera en que uno se esfuerza para salir del trance sin quedar como un desconsiderado por no recordar que una vez en la vida, hace 20 años atrás, nos cruzamos en un semáforo.

La cosa no termina aquí. No había pasado más de una hora de este encuentro que me dirijo a un sitio público para participar de una actividad, todavía conmovido por los momentos vividos, cuando se me acerca una mujer de unos 40/45 años, que ignoro de quien se trataba, que no sé ni su nombre ni su apellido, ni recuerdo su rostro de otra oportunidad. Inmediatamente me abaraja y me espeta:

- Hoooola, te acordás de mí? Hace como 10 años viajamos juntos en una excursión a las Cataratas del Iguazú...

La cosa apuntaba bastante mejor que con el gastronómico, por lo que le respondo sonriente que sí, que es verdad que hace como 10 años atrás había hecho un viaje "inolvidable" a las Cataratas.

Pero (siempre hay un pero), al toque, como si hubiera estado esperando este momento por años, me tira a la cara, con una sonrisita entre burlona y de reproche:

- Te acordás que la dejaste a tu mujer y te fuiste solo a Ciudad del Este?

Confieso que no respondí nada, que me limité a mover un poco la cabeza, a dar la vuelta y seguir haciendo lo que estaba haciendo. Y hoy me arrepiento, ya que lo que debía haber hecho era contestarle, diciéndole alguna de las siguientes variantes:

  • si, me acuerdo, y vos no eras la que te emborrachaste y te fuiste con un negro por los yuyos
  • no, no me acuerdo, porque uso mi memoria para cosas mas productivas que no sean estar llevando un balance de lo que hace el resto de la gente para desenfundarlo 10 años después
  • me acuerdo más o menos, pero lo que sí sé es que vos no tenés ningún derecho a meterte en mi vida sin haber sido invitada para ello, mucho menos si ni siquiera sé quién sos.

En fin, pequeñas miserias de la vida cotidiana, razón por la cual recomiendo a los desprevenidos que se pongan alertas para desenmascarar a estos verdaderos perdularios de nuestra inocencia.

martes, 20 de marzo de 2007

Miserables


En Página 12 del día de la fecha (20/3/07) se informa que un grupo de vecinos del barrio de Flores protestaron públicamente contra la instalación de una clínica destinada a la rehabilitación de los pibes adictos al "paco" en el vecindario.
Estos "buenos" vecinos alegaron que la instalación de la clínica incrementaba los niveles de inseguridad de la zona, ya que las construcciones que allí existen son "bajas" y se puede acceder fácilmente a las mismas por los techos.
Además, como si eso fuera poco, señalaron que el emplazamiento del establecimiento en ese sitio disminuía el valor de sus propiedades, ya que nadie iba a querer comprar sus casas con esa clínica cerca.
Como guinda del postre, agredieron a otra vecina que se animó a expresar ante una cámara de televisión su acuerdo con la iniciativa de la instalación de la clínica.
Digo, indignadamente, que estos sujetos (los que se oponen a la instalación de la clínica en las inmediaciones de sus viviendas) son unos miserables de toda miserabilidad (expresan una "patética miserabilidad", diría un ex presidente argentino), y son los mismos que luego cacarean indignados por el "flagelo" de la droga y reclaman su "combate".
Este triste, lamentable e indigno episodio, muestra uno de los costados más oscuros de la condición humana, que verdaderamente me averguenza y que pone de relieve la íntima vinculación que los ciertos sectores grotescos y reaccionarios realizan entre "droga" y "delito" como forma de estigmatización de los excluidos.
Me parece que esta no es una cuestión política, ideológica ni dialéctica. Este es un problema de SENSIBILIDAD HUMANA, y aquél que no puede experimentar empatía, ponerse un poco en el lugar de los otros, conmiserarse por las desgracias ajenas, ceder un trozo del tereno que ocupa para mejorar la vida en común, sólo es merecedor de pena, una enorme pena por comprobar el punto hasta el cual puede degradarse el individuo.

sábado, 17 de marzo de 2007

Los Santos Inocentes


Confieso que hay cosas que me desvelan.

Por estos días, han cobrado una especial fuerza informativa los casos de las personas que deben permanecer durante años encarceladas para que, al cabo de sus respectivos juicios, terminen siendo declaradas inocentes y absueltas.

Así esta noticia y esta otra, que nos hablan de individuos que estuvieron 3 años y medio y 4 años tras las rejas, para que al cabo de ese tiempo un señor les dijera: "Disculpen, nos equivocamos, puede volver a su casa"

No solo eso. Si bien ya era conocido, también se ha difundido por estos días esta noticia que nos habla de un 30 % de las personas detenidas en la provincia de Buenos Aires, que al cabo del juicio también resultarán absueltas o sobreseídas.

Este cuadro me sugiere las siguientes reflexiones:

a) que el Poder Judicial debe asumir que no administra justicia divina, que está sujeto a equivocarse y que en consecuencia debe realizar esfuerzos serios y sostenidos para minimizar las consecuencias de sus propios errores, como por ejemplo disponer prisiones preventivas únicamente para aquellos casos donde no exista otra solución posible y alternativa.

b) que el encarcelamiento preventivo no puede constituir la variable de ajuste para administrar la problemática de la inseguridad, y que la misma debe ser resuelta por otras vías que no supongan iguales o mayores atentados a los derechos y las garantías que los que afectan los propios delitos.

c) que no habrá sociedad pluralista y democrática en la medida que sus integrantes no asuman los dolores ajenos y acepten que sus conflictos deben ser resueltos por vías menos cruentas que los que emplea para remediarlos.

jueves, 15 de marzo de 2007

¿Neoinquisición o la misma Inquisición de siempre?

Los diarios de hoy hacen saber algunas de las "novedades" emanadas del Vaticano por medio de la exhortación apostólica denominada "Sacramentum Caritatis", y más concretamente de su titular (Benedicto XVI) y la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio).

He aquí alguna de ellas:
  • se reconviene al sacerdote Jon Sobrino (jesuita embanderado con la teología de la liberación y que fuese uno de los ayudantes del obispo Oscar Romero, asesinado por los militares en el año 1980 mientras daba oficio en la Catedral) por la orientación de sus escritos, que reivindica a la Iglesia como "la iglesia de los pobres", impidiéndole ejercer la docencia en todo centro católico y la difusión de sus libros mediante la Iglesia.
  • se reivindica la doctrina del celibato sacerdotal, ya que "vivido con madurez, alegría y decisión, es una grandísima bendición para la Iglesia y para la sociedad misma"
  • no se admite suministrar los sacramentos a los divorciados, casados por segunda vez, "porque su estado y condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía"
  • se propone que en las liturgias se retome el uso del latín
  • reclama volver al canto gregoriano de algunas partes de la liturgia
  • se pide "moderar" el saludo de la paz, ya que provoca "confusión"

No pretendo inmiscuirme en cuestiones de la fe, ni nada que se le parezca, ya que considero que esa es una cuestión reservada a cada individuo y a sus más profundas convicciones.

Pero a lo que sí me considero con derecho, como habitante de este suelo y ciudadando del mundo, es a poner en tela de juicio la influencia en cuestiones "terrenas" que pretende seguir ejerciendo la Iglesia católica, como lo es le derecho a expresarse libremente (caso del sacerdote Jon Sobrino), el derecho a la intimidad personal y a formar una familia (celibato y negativa del suministro de los sacramentos a los divorciados) y el derecho a una información veraz (dar misas y cantar en idiomas incomprensibles).

Aunque para muchos no es ninguna sorpresa (de acuerdo a los antecedentes del Papa Benedicto), lo cierto es que la Iglesia católica profundiza de este modo su deslizamiento hacia sus peores tradiciones de sectarismo y de oscurantismo, lo cual no sería un problema en la medida que se redujese a los integrantes de su credo y a quienes quieran ajustarse a ese modo de vivir la vida, pero que sí se transforma en un problema de verdaderas dimensiones en la medida que estas doctrinas comienzan a extenderse por el resto del orbe con pretensiones de valor "erga omnes".

En este sentido, la Iglesia católica (como muchos otros credos) ha entendido desde siempre ser la depositaria de "la verdad revelada", y como tal, con derecho a imponer esas verdades a sus súbditos. Y lamentablemente, en todas partes existe dirigencia encumbrada que piensa que "se puede ganar el cielo", o que hace méritos para aproximarse a sus umbrales, en la medida que imponga al resto sus propias creencias, sus prácticas y su moral.

En este sentido, la actual dirección política de la Iglesia en poco contribuye al afianzamiento de una sociedad democrátia y pluralista, y muy por el contrario profundiza los miedos y la ignorancia del pueblo.

domingo, 11 de marzo de 2007

Allanamiento


Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuanto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono de tranvía, mis amigos, sus nombres, las noches del café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a Arístides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortajas, bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos índices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Arístides, ni a Lenin, ni al Príncipe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie. Ni a los muertos Fernández más recientes... A mí tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles... Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas... Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada... Hoy... Dejaré las ventanas y las puertas de mi casa, abiertas, para siempre...


Alfredo Zitarrosa (Guitarra Negra)

lunes, 5 de marzo de 2007

Un nuevo fantasma recorre las pampas: fentanilo


El diario Página 12 informó en su edición del 28 de Febrero sobre un alerta dado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, organismo dependiente de Naciones Unidas, acerca de una nueva droga cuyo uso sería altamente peligroso, la cual estaría causando estragos en Estados Unidos y en México y que ya habría llegado a la Argentina.
Se trata del fentanilo, que es un derivado sintético del opio, cuyo suministro produce euforia en quien lo consume en tan solo 5 minutos, para luego ingresar en una sensación de sedación, que dura aproximadamente 1 hora.
Este opioide sintético, que sería 80 veces más potente que la heroína, es de uso médico y circula en forma legal, tanto e el extranjero como en nuestro país, y es el componente principal de un parche transdérmico recetado para combatir dolores agudos, por lo que los profesionales médicos lo utilizan como un anestésico en casos de pacientes oncológicos y en casos de fracturas.
Antonio Escohotado nos advierte que el género humano nunca ha podido prescindir de ciertos paliativos sin los cuales la vida se convertiría en un tránsito intolerable. El dolor, la angustia, el miedo, la ansiedad y tantos otros padecimientos con los cuales, a veces, al hombre le resulta tremendamente dificultoso convivir.
Como es natural, el uso, empleo y suministro indebido de sustancias (drogas en general, alcohol, tabaco, chocolate, mollejas, lemmon pie, etc) suele producir trastornos variados, más o menos graves para la salud, que ameritan intervenir para procurar mejorar el uso por parte de la población, pero sin que ello impique la negación y demoinización del producto.
Políticas de esta índole someten al pueblo en la ignorancia y el oscurantismo, y son el caldo de cultivo propicio para favorecer el uso indiscriminado y nocivo de las sustancias.
El fantasma que se cierne sobre las conciencias, priva a la gente del uso de sustancias intrínsecamente inocuas y que suministradas en sus dosis correctas son beneficiosas para solventar determinadas situaciones adversas que propone la vida.
Por ejemplo: mirar televisión (aunque no se trate específicamente de una sustancia corpórea) a lo largo de todo el día puede producir tara, sobre todo si el canal que se sintoniza es el 9. Pero ello no significa que deba suprimirse el uso de la televisión. Del mismo modo con los jueguitos de PC, las bananas con crema y la revista Paparazzi, que no por npocivos suministrados en dosis elevadas, ameritan su prohibición.
De no coinidirse con este temperamento, sugiero un listado (sumario y conciso, pero que puede ser ampliado) de sustancias que deberían ser prohibidas por sus comprobados efectos nocivos para la población. Ahí van:
Sandía y vino: es sabido que esta diabólica mezcla produce una muerte casi instantánea por parálisis del aparato digestivo.
Coca Cola y Cafiaspirina: mezcla que suministrada a individuos del sexo femenino produce un deseo irrefrenable de mantener sexo con la primer persona que se cruce por delante.

viernes, 2 de marzo de 2007

Jueces sin Rostro


Hace pocos días atrás el sitio web Diario Judicial informa que Nicaragua estudia implementar un sistema de "jueces sin rostro" para el juzgamiento de delitos relacionados con el narcotráfico, del mismo modo que no hace tantos años se intentara en Perú y en Colombia.
Lo cierto es que la noticia me ha suscitado una serie de dudas que quisiera compartir en este comentario, pero previo, señalar que el principio de identidad del juzgador no es una cuestión menor y es una garantía universal de la cual resultan acreedores todos los justiciables.
Sino, vayamos a los casos concretos, que no por hipotéticos, dejan de tener relación con la realidad.
Se inicia el juicio y en estrado se sienta un individuo que dice ser el juez, que tiene el rostro tapado con una capucha para evitar ser reconocido y de ese modo evitar represalias. El juicio se prolonga e interín el juez se enferma. ¿Qué obstáculo existiría para cambiar al juez "h" por el juez "b"? Respuesta: ninguno. Solo tomar la precaución que más o menos tenga la misma talla que el anterior y listo.
Otra alternativa: aunque pongamos a un juez con el rostro cubierto por una capucha, si nos encontramos en una comunidad relativamente chica no sería dificultoso averiguar a muy poco de andar de quién se trata el mismo. Entonces, para evitarlo, en vez de una capucha, lo colocamos detrás de un vidrio inglés, que impida ver la fisonomía del juez. Mismo supuesto. El juez se enferma, o le agarra sueño. ¿Quién garantiza que detrás del vidrio opaco no pongamos a un ordenanza del juzgado, o directamente un maniquí, que movamos cada tanto? Respuesta: nadie
Me pregunto además, no obstante las dificultades precedentemente señaladas,la única posibilidad de implementar un sistema de esas características lo sería en una ciudad enorme, tipo el D.F., o San Pablo, donde nadie se conoce. Pero que hacemos con el juzgamiento de este tipo de delitos en comunidades chicas, donde hay muy pocos jueces, ¿sobreseemos a los imputados por falta de quorum? Me imagino, el juez rengo conocido por toda la comunidad entrando a las chuequeadas con el rostro encapuchado. Un verdadero absurdo.
Otra duda: ¿qué pasa con las sentencias? ¿las firma el juez sin rostro? ¿pone la impresión digito pulgar? ¿o estampa cualquier garabato? Es posible que esa sentencia sea solamente oralizada, en cuyo caso ¿cómo se hace para ejercitar el derecho a la revisión de la misma y controlar sus fundamentos?
Es de pensar que por más que al imputado se le diga "señor, está condenado a 25 años de prisión", el defensor en algun momento tendría que acceder a las actuaciones y vería quién ha dictado la sentencia.
Finalmente, con este istema protegemos a los jueces que tienen que juzgado la narcocriminalidad, pero ¿y qué con los fiscales que deben acusar? ¿y qué con la Policía que tiene que investigar y hacer procedimientos? O me parece una ley muy despareja e írritamente discriminatoria o van a tener que ponerse a fabricar capuchas a mansalva.
Para concluir: no creo que el modo de evitar consecuencias contra la integridad física de los jueces sea por la vía de "inventos" que hacen agua por los cuatro costados. En definitiva, la misma disyuntiva de siempre: los fines, por más legítimos que los mismos sean, no justifican la adopción de cualquier tipo de medios.

lunes, 26 de febrero de 2007

Droga y Delito


Existe alguna tendencia -simplista y populachera- a identificar droga con delito.
"Seguro que estaban drogados", dice la opinión popular. "De la única forma que lo pudieron hacer era si estaban drogados", asegura doña Rosa. "Se drogan y salen a robar", afirma el vecino de acá a la vuelta, y así sucesivamente.
Desconozco estadísticas serias a este respecto (qué porcentajes de delitos se cometen bajo los efectos de sustancias estupefacientes), pero sí me animaría a hacer una inferencia: no todas las personas que se drogan cometen delitos bajo los efectos de las sustancias consumidas, ni aquellos que cometen delitos se encuentran necesariamente bajo los efectos de sustancias estupefacientes.
Considero que si todos aquellos individuos que consumen sustancias estupefacientes de cualquier tipo se lanzasen necesariamente a delinquir, la vida en sociedad se volvería completamente insoportable, y nuestras ciudades se asemejarían a las calles de Bagdad o Kabul.
Del mismo modo, una simple observación indica que no es verdad que un importante porcentaje de delitos se cometan bajo los efectos de sustancias estupefacientes. En efecto, no me consta que en estafas y defraudaciones, falsos testimonios, cohechos, prevaricatos, enriquecimientos ilícitos, usurpaciones, quiebras fraudulentas, etc, juegue algún papel relevante el uso de sustancias estupefacientes por parte de sus sujetos activos, lo cual demuestra que para la corriente simplista y populachera, lo único que se le aparece en su representación simbólica son los delitos contra la propiedad, como si el resto de los delitos no interesara o tuviesen menor importancia y trascendencia.
Pero lo que sí me consta es que desde determinados sectores interesados de la sociedad (principalmente aquellos que medran con el miedo y la ignorancia y los propaladores de noticias variados) existe un deliberado intento (muchas veces consumado) de demonizar a los consumidores de sustancias estupefacientes y a las sustancias mismas, como si estas últimas se tratase en entes diabólicos, que por la sola circunstancia de acercarse a una buena casa de familia la convierten en un pandemonium que necesita ser exorcizado.
La tendencia a la demonización de consumidores de sustancias estupefacientes coincide con consumidores pobres, jóvenes y que responden a un estereotipo determinado (morochos, que emplean un lenguaje suburbano, tatuados, preferentemente tez oscura, etc)
En consecuencia, podría concluirse que la verdadera intención (deliberada o inconsciente) de aquellos que promueven la demonización del consumo de sustancias estupefacientes, en realidad consiste en demonizar a sus consumidores en la medida que los mismos respondan al estereotipo indicado, consistente en definitiva en un simple acto de discriminación hacia los sectores más desprotegidos de la sociedad.
No existe estudio serio alguno que afirme que las drogas (cualesquiera que ellas sean) determinen al individuo que las consume a delinquir. Tal afirmación es completamente falsa y carece de demostración empírica. Es más, no existen drogas intrínsecamente "buenas" o "malas". Todo depende del modo en que se las consuma, como sucede con cualquier sustancia alimenticia.

martes, 20 de febrero de 2007

Las cárceles serán...


a Pablo Salinas
El pasado 13 de Febrero la Corte federal vuelve a expedirse con relación a la vergonzosa situación reinante en la Penitenciaría Provincial de Mendoza y en la unidad Gustavo André de Lavalle, también de la provincia de Mendoza, intimando esta vez al Estado Nacional para que en el término de 20 días ponga fin a la situación que se vive en dichos establecimientos (naturalmente, en lo que a condiciones de alojamiento de personas se refiere) y recordando que la cláusula del artículo 18 constitucional que dispone que: "Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija..." tiene contenido operativo, es decir, debe ser cumplimentada sin necesidad de ley alguna que la reglamente.
Es de recordar que ya en el curso del año 2005 fué la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos la que dispuso medidas provisionales con relación a la Penitenciaría Provincial de Mendoza, disponiendo la adopción de una serie de medidas que evidentemente no se han cumplido.
Por su parte, la Comisión Provincial por la Memoria (presidida por el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel y por el fiscal federal Hugo Cañón) terminan de solicitar la clausura de la carcel de Magdalena (donde hace poco más de un año perdieron la vida 33 internos calcinados), denunciando que allí tampoco se cumplen las condiciones mínimas para el alojamiento de personas.
Podríamos seguir sumando situaciones puntuales a este listado, todas ellas de similar gravedad, pero considero que a esta altura de los acontecimientos la misma se convierte en una tarea ociosa y repetitiva.
La situación carcelaria en la República Argentina (y en la provincia de Buenos Aires en particular), reviste una gravedad inusitada, que bien podría ser asimilada a una catástrofe humanitaria. A pesar de la incontrastable evidencia, poco y nada es lo que se hace para revertir esta situación, lo cual coloca a nuestros gobernantes en la insoslayable responsabilidad por las consecuencias derivadas.
Sin embargo, me encuentro convencido que no obstante que el fenómeno penal forma parte de las agendas de la mayoría de la dirigencia política, lo cierto y lo concreto es que la situación carcelaria no reditúa votos, y es por eso que las soluciones nunca terminan de llegar, tan siquiera para mitigar tan afligente situación de individuos que con todos sus defectos y virtudes, son seres humanos que no merecen ser tratados del modo humillante y vejatorio a que son sometidos.
La falta de atención de la situación carcelaria comporta un manifiesto desinterés y descompromiso con la suerte de los más débiles, que más tarde o más temprano será objeto de severas condenas pecuniarias por parte de los organismos internacionales de derechos humanos.
Medidas que deben ser adoptadas con urgencia para revertir la situación descripta:
1.- hacer cesar en forma inmediata los encarcelamientos preventivos, como no sea que los mismos comporten el único modo de asegurar la realización del proceso.
2.- impulsar una fuerte política tendiente a disminuir los niveles de encarcelamiento en general, sustituyéndolos por medidas alternativas al encierro.
3.- remodelación de las cárceles existentes para tornarlas lugares de alojamiento dignos, sin que ello implique la construcción de nuevos establecimientos penitenciarios.
4.- que las cárceles dejen de ser megalópolis superpobladas y superhacinadas, para convertirse en centros de baja densidad poblacional (no más de 120/150 personas por establecimiento)
Para terminar, una imagen que me movilizó a escribir lo precedente. La televisión termina de hacer un reporte vinculado con la situación de Angel Federico Robledo Puch, asesino serial de los años '60, y que desde aquel entonces permanece encarcelado, quien ya se encuentra en condiciones de recuperar la libertad.
Sucede que luego de los más de 30 años de "tratamiento", Robledo Puch no tiene ningún interés en volver a la calle, le teme a la libertad. Ha quedado detenido en el tiempo, habla de coches que ya no se fabrican más, la política para él es Perón, no registra ciertos adelantos de la vida moderna. En definitiva, los especialistas dicen que se encuentra poco menos que "lobotomizado".
¡Viva la resocialización!

domingo, 11 de febrero de 2007

¿Será Justicia?



Hace algún tiempo (24/12/06) leí una entrevista que le hicieron al Dr. Jorge Moreno en el diario "El Popular" de la ciudad de Olavarría, que me dejó pensando, o que de algún modo despertó una serie de interrogantes que traía desde hacía tiempo y que ahora trataré de compartir aquí.
En primer lugar, debe decirse que Jorge Moreno es juez del Tribunal en lo Crimnal Nº 1 de Olavarría y es un hombre que se encuentra pronto a jubilarse, es decir, una persona que "ya está de vuelta" y a quien no pueden atribuírsele especulaciones políticas ni intereses subalternos. Dice lo que dice (equivocado o no), simple y sencillamente porque es su convencimiento.
Lo cierto y lo concreto, y que suscita mi comentario, es que el juez
Moreno afirmó que "Desde el Poder Judicial no se puede hacer Justicia".
Frase fuerte si las hay, máxime si proviene de un juez penal.
Entonces: ¿hay posibilidades de "hacer justicia" desde el poder judicial? Es decir, "justicia" en su concepción ética o moral, como valor socialmente admitido.
Existiendo dos partes en conflicto, difícilmente una pueda admitir que su adversario tiene razón. Siempre (o casi siempre) existirá un argumento que minimice los del contrincante. De tal manera que lo que es ontológicamente "justo" para uno, resultará ontológicamente "injusto" para el otro.
Es así que parece por demás dificultoso alcanzar el valor "justicia" en los estrados judiciales, o al menos un valor en el que todos podamos estar de acuerdo: esto que se resolvió es justo, y todos así lo decimos.
Pero por otra parte, la definición del juez Moreno suscita otra reflexión: ¿está bien que pidamos a los jueces que hagan justicia? Dicho requerimiento: ¿no consistirá en un pedido superlativo e inalcanzable para los jueces? ¿no debiéramos conformarnos con requerir que diriman conflictos en forma imparial e independiente para reestablecer la paz social?
Me parece que de la mano de estos pedidos (¡Justicia!) se generan dos cuestiones: 1) la posibilidad de frustración por partes de los justiciables, que -insisto- difícilmente se podrán poner de acuerdo en que tal o cual solución es "la justa", 2) la posibilidad que los jueces "se crean" que pueden hacer justicia y recurran a recursos que exhorbiten sus funciones, propios de un modelo inquisitivo.
Queda la pelota picando en el área chica.

jueves, 8 de febrero de 2007

Una Nueva Emergencia


A raíz de una serie de fatídicos accidentes de tránsito acontecidos en los últimos meses del año 2006 en carreteras bonaerenses, el gobernador ha dado el Decreto de Necesidad y Urgencia 40/07 por el que pone en vigencia un nuevo Código de Tránsito en el territorio provincial.
El nuevo Código declara la "emergencia" del tránsito bonaerense, ampliando las facultades de intervención de las autoridades de aplicación (inspectores municipales, funcionarios policiales) e incrementando las escalas sancionatorias por las infracciones, las que llegan a arrestos de hasta 60 días para los conductores, inhabiltaciones perpetuas y absolutas para conducir y secuestros preventivos de los rodados sin posibilidad de ejercitar defensa alguna.
En primer lugar señalar que las vidas humanas son bienes preciados que habilitan la intervención estatal en su resguardo, en tanto y en cuanto ello no implique exhorbitar el principio de razonabilidad y proporcionalidad en el obrar, pretendiendo recurrir a cualquier tipo de medios para la consecución de los fines propuestos, tendencia por demás recurrente en la legislación de los últimos tiempos, tendencia que podríamos sintetizar como una proclividad a "cortar camino" para sortear los obstáculos que suponen los derechos y las garantías.
En segundo lugar, que la experiencia histórica demuestra que las declaraciones de "emergencia" suelen encubrir algunas consecuencias de las que, con el correr del tiempo, solemos lamentarnos.
En el caso de esta "emergencia", lo que la misma pretende es suprimir mágicamente una serie de riesgos que supone la vida moderna recurriendo a la ficción de que con el dictado de una ley (en este caso un decreto de necesidad y urgencia) se va a modificar la realidad de un plumazo. Sin embargo, es esa misma realidad la que se encarga de desmentir la pretensión oficial, con la lamentable reiteración de accidentes fatales, a pesar que el "nuevo" Código de Tránsito ya se encuentra en vigencia.
Ahora bien, lo que no se advierte por parte del gobierno bonaerense es un parejo brío en la adopción de acciones concretas y positivas para solucionar este problema, como el que exhibe a la hora de sancionar reglamentaciones restrictivas.
Por ejemplo, no se advierte el mismo entusiasmo en la construcción de carreteras de doble vía en aquellas rutas que presentan una alta densidad en el tránsito, acción que en forma concreta y tangible evitaría accidentes de todo tipo, como lo demuestran las estadísticas de la ruta 2, a pesar de la gran cantidad de rodados que se desplazan por la misma.
Tampoco se advierte el mismo entusiasmo en, al menos, señalizar las rutas ya existentes, con bandas laterales y centrales, de tal manera que cuando oscurece el conductor pueda saber si está transitando por su carril, o por el carril contrario o por la banquina.
Que por lo menos se tapen los pozos que pueblan a la mayorías de las rutas, que provocan que por esquivarlos nos incrustemos contra un camión que viene de frente.
Que por ejemplo las policías viales se encarguen de controlar si los vehículos cuentan con todas las luces reglamentarias para poder ser vistos por el resto, en vez de perder el tiempo en controlar si hemos pagado la última patente.
Y así sucesivamente.
Insisto, tengo la certera sensación que el gobierno bonaerense adopta una impostura de fiereza, de ponerse con el ceño adusto con los conductores, sin asumir sus propias responsabilidades, como lo es la de proporcionar vías seguras.

martes, 6 de febrero de 2007

Los Brujos Vienen Marchando (booola boliiiita)


La Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia de la provincia del Chubut termina de elevar a la legislatura local un proyecto de reforma al Código Procesal Penal para que se incorpore como causal de justificación del dictado de la prisión preventiva el "riesgo de comisión de nuevos delitos"
El proyecto en cuestión dice:
Rawson, 1° de febrero de 2007.

AL SR. PRESIDENTE DE LA HONORABLE
LEGISLATURA DE LA PROVINCIA DEL CHUBUT
LEGISLADOR DON MARIO VARGAS.


Como Ministros de la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, tenemos el honor de dirigirnos a Ud. y por su intermedio a los integrantes de ese honorable Cuerpo, adjuntando las consideraciones que fundamentan la necesidad de incorporar, mediante la ley pertinente, una nueva razón que justifique el dictado de la prisión preventiva.

El Código Procesal Penal - ley 5.478 – establece en el art. 220, que la prisión preventiva se podrá ordenar cuando, existiendo elementos convictivos suficientes para sostener razonablemente una imputación contra persona determinada, se agregue una presunción atendible de peligro de fuga –artículo 221- o de entorpecimiento –artículo 222- .

El Legislador ofrece pautas o circunstancias que deben ser tenidas especialmente en cuenta por el Juez al tiempo de decidir sobre la detención del imputado.

Cuando al peligro de fuga se refiere, en el punto 4 del ya enunciado artículo 221, tiene en cuenta el comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro procedimiento, en la medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal.
De tal modo se genera una limitación que impide a los jueces evaluar la conducta del imputado en relación con la posibilidad de recaer en el delito.

El tratamiento de la prisión preventiva, ha tenido como fuente inspiradora a la posición que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dio a conocer en el Informe N° 2 del año 1997, cuando debió evaluar numerosas denuncias contra el estado argentino instauradas como consecuencia del reclamo ante lo que se entendía una excesiva duración de la prisión preventiva. Se trataba de analizar lo acontecido en veintitrés casos puntuales.

La Comisión Interamericana, órgano instituido por el Pacto San José de Costa Rica, analizó en el caso la naturaleza de la prisión preventiva, su duración, y especialmente las circunstancias bajo las cuales la detención cautelar era admisible.

Tal como lo formula el diseño de nuestro Código Procesal Penal, la Comisión sostuvo que la prisión preventiva se justifica en tanto exista una presunción de que el acusado ha cometido un delito, y que, además pueda conspirar contra la realización del proceso, sea porque se evalúe la concreta posibilidad de su fuga, o de entorpecer la marcha del mismo, que, en términos de la Comisión, se relaciona con la colusión y el riesgo de presión sobre los testigos.

El órgano internacional agrega una circunstancias más que faculta al dictado de la prisión preventiva, y que titula “riesgo de comisión de nuevos delitos”.

Al respecto sostiene en el punto 32 que: “Cuando las autoridades judiciales evalúan el pedido de reincidencia o comisión de nuevos delitos por parte del detenido, deben tener en cuenta la gravedad del crimen. Sin embargo, para justificar la prisión preventiva, el peligro de reiteración debe ser real y tener en cuenta la historia personal y la evaluación profesional de la personalidad y el carácter del acusado. Para tal efecto resulta especialmente importante constatar, entre otros elementos, si el procesado ha sido anteriormente condenado por ofensas similares, tanto en naturaleza como en gravedad.”

El proceso penal, persigue como objetivo primordial el restablecimiento del derecho como un modo de asegurar la paz social garantizando la seguridad de las personas.

Debe prestar entonces el Estado un especial cuidado a una realidad plástica y cambiante, y a la incidencia que sobre ella tiene el crecimiento de la tasa delictiva, en la que se constata un desprecio absoluto por la salud y la vida de quienes resultan ser víctimas.

Si el Estado, a través del derecho, no es capaz de brindar una solución a tal situación, en lugar de garantizar la paz social, por pura omisión, está estimulando el reproche público y la convicción acerca de un estado inoperante y que abandona a su suerte a los administrados, poniendo en crisis las bases que posibilitan el monopolio de la fuerza pública y la expropiación del conflicto

La incorporación de este obstáculo a la libertad de las personas sometidas a proceso, y que el organismo internacional denomina “riesgo de comisión de nuevos delitos”, no le priva del carácter excepcional que ella posee según lo estatuye el artículo 49 de nuestra Carta Fundamental.

En todo caso, colabora con la consolidación del principio de afianzamiento de la justicia , afirmando uno de los principios contenidos en el preámbulo de nuestra Constitución Provincial que propende a la consolidación de la seguridad y el bienestar general.

Estas razones impulsan a quienes integramos esta Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia, a remitir, en condición de anteproyecto, la incorporación de una nueva causal que permite la imposición de la prisión cautelar.

El texto que proponemos debiera integrarse como punto 3) del artículo 220 titulado “prisión preventiva”, y que propugnamos configurarlo del siguiente modo:
“y la existencia de circunstancias que permitan suponer fundadamente, que el imputado cometerá nuevos delitos. A tal fin el juez tendrá en consideración las pautas fijadas por el artículo 221”

Por todo ello y en ejercicio del derecho establecido en el artículo 176 de la Constitución Provincial, esta Sala Penal del Superior Tribunal de la Provincia, remite para su consideración el presente anteproyecto de ley.

Voy a dejar disquisiciones de índole técnica y específica para otro sitio, pero lo que aquí me interesa destacar es la soberbia y omnipotencia de aquellos que son capaces de afirmar, "fundadamente", lo que es capaz de hacer un individuo de acá a un rato, mañana o dentro de una semana.
Considero que si alguien tiene esa capacidad (adivinar lo que va a ocurrir en el futuro), mejor que la podría utilizar para predecir qué es lo que va a salir mañana en la quiniela matutina de la provincia o el caballo que va a ganar en la sexta.
No alcanzo a imaginarme las elucubraciones que puede hacer un juez, o los acuerdos que se pueden celebrar, donde se cavile sobre el obrar futuro de "Sempronio". ¿Qué es lo que se tomará en cuenta? ¿Sus antecedentes? De ser los antecedentes lo que se toma en consideración, lisa y llanamente se podría cortar por lo sano y afirmar que todo sospechoso por la comisión de un delito que registre antecedentes criminales permanecerá en prisión preventiva hasta tanto se dicte una sentencia definitiva. Eso sí, comencemos a cerrar fábricas, escuelas y hospitales y a transformarlos en cárceles, ya que no van a alcanzar los establecimientos para alojar a la gente.
Aunque en realidad, lo que me parece que se habrá de tomar principalmente en consideración es el aspecto general del imputado. De tal modo que debería producirse un sinceramiento y directamente afirmar que en caso que el sospechoso por la comisión de un delito sea joven, morocho y pobre, deberá aguardar el dictado de la sentencia definitiva en prisión preventiva. Y listo.
Los pronósticos de peligrosidad han sido recientemente anatematizados y fustigados por la Corte en pleno en el luminoso fallo "Gramajo", por lo que no deja de sorprender que una Corte provincial aún continúe insistiendo con este tipo de recursos.
Válido es agregar que el Código Procesal Penal chubutense (en correcta sintonía con los principios del acusatorio) ha entrado en vigencia el 31 de Agosto de 2006, por lo que a tan solo cinco (5) meses de su puesta en vigencia, ya se pretende introducirle modificaciones, que para mal de peores se encuentran en abierta contradicción con el sentido general del texto.
Experiencias de esta índole ya se vivieron en la provincia de Buenos Aires, que en el año 1998 pone en vigencia un nuevo CPP (Ley 11.922), y a tan solo 18 meses introduce una contrarreforma (Ley 12.405 ó ley Ruckauf) que desnaturalizó en forma completa la texto original, colocando en prisión preventiva en forma innecesaria a miles de bonaerenses.
Es de esperar que Chubut no repita la triste historia de la provincia de Buenos Aires y que por un momento prime el sentido común en los legisladores, quienes abandonando la tentación de caer en gracia a ciertos sectores de la sociedad, se inclinen por una labor seria y responsable.

sábado, 3 de febrero de 2007

Réplica a Francesco. ¿Pesimismo cósmico?

Quisiera evocar una respuesta al último mensaje publicado en el blog. El concepto es claro: juzgando a los criminales que como miembros de fuerzas del Estado -durante dictaduras o no- han cometido de los hechos más atroces que todos muy bien conocemos, redundaría en una inversión de la selectividad del sistema penal, se debilitaría el estereotipo del criminal, se reforzarían las garantías por igual para todos, se absolverían más de los actuales "clientes del sistema", se reduciría, al fin, el poder punitivo.

Tengo una visión un poco más pesimista (aunque la veo realista). Menos derecho penal, con más derecho penal. Suena ilógico. Más garantías, con menos garantías. Contradictorio. Delito prescripto -derecho adquirido?-, ahora imprescriptible. Como habremos de lograrlo? Es parte de las mismas lógicas contradictorias que hemos visto hasta el hastío y a las que la propia lógica punitiva nos ha acostumbrado, como pretender enseñar a alguien a vivir en libertad privándole de la misma...

Creo que esta es una nueva trampa que el pensamiento autoritario nos pone en el camino, para hacernos tropezar una vez más ... El juzgamiento de estos criminales de estado no es una inversión de la selectividad propia del sistema penal, sino que, contra lo que pudiera parecer, es una muestra de lo contrario. Quienes ahora están siendo sometidos a juzgamiento (dejándolos al margen de las garantías del derecho penal liberal, aun de esas que sí se aplican a los "clientes habituales" -vgr. prescripción-), son quizá tan débiles como estos últimos. Tal vez no en cuanto al poder económico que ostentan, pero sí en cuanto a su poder político: son miserias humanas, rastrojos que han quedado de las cruentas dictaduras, y que el poder punitivo hoy esté recayendo sobre esos, es una muestra clara de que han perdido el poder y de que son tan vulnerables como cualquiera de los demás sobre los que cae el sistema. No veo cómo juzgando a éstos, podremos afianzar las garantías para "nuestros otros", cuando no sea vendiéndome la falsa idea de que violando las garantías lograremos reivindicarlas. Los que tienen poder, mientras lo tengan, seguirán siendo inmunes al sistema. Cuando dejen de tenerlo, el sistema podrá captarlos, pero esto no hará sino demostrar con toda crudeza la selectividad del poder punitivo.
La selectividad, pues, seguirá existiendo. Disfrazada. Recayendo en otros sobre los que en otra época no hubiera recaído, pero selectividad al fin. Es un rasgo estructural del poder punitivo. Y no se podrá eliminar. Los "clientes inamovibles de la penalidad" que tanto nos pesan, lo seguirán siendo mientras el sistema exista.
Si somos abolicionistas, tenemos que abolir. Y abolir, amigos, es abolir. Y si nos declaramos abolicionistas abolamos, pero abolamos todo. La reducción no me conforma. La venganza tampoco. Un derecho penal mejor no me seduce. Algo mejor que el derecho penal, en cambio -parafraseando a Radbruch- sí lo hace.
De lo que se trata, hermanos, es de apropiar el instrumento jurídico, de acceder al derecho, para acceder con él a las libertades y a la satisfacción de la necesidad de los no-sujetos inmersos indeclinablemente en los abismos de la miseria.
Es cierto que el derecho ha sido siempre utilizado para dominar y normalizar: precisamente, que para anular la dominación, el desposeído tendrá que tomar la herramienta jurídica.
Sin miedos ni temores, hastiados de tanta hipocresía, lo que los buenos abolicionistas tenemos que hacer es justamente eso. No robarles frases a los nuevos "discursos populacheros" -que, por lo demás, siempre existieron-, no reclamar más derecho penal, sino terminar con el mismo. Y para ello debemos inculcar una verdadera "cultura de la resistencia". Mientras la embriaguez y el empalago de los que viven de festejo les impide ver que toda forma de desorden implica la manera en que se perfilan nuevos tiempos, les invito a unir nuestras fuerzas y organizar la gran revolución liberadora....!