sábado, 7 de abril de 2007

Democratizar la carcel


Desde 1983 a esta parte, nuestro país ha experimentado un proceso de democratización que atravesó en forma transversal todas sus estructuras, ello a pesar de aquellos que de una forma u otra, directa o indirectamente, se oponen a ello.
Hoy -afortunadamente- existe la posibilidad de insertarse en distintas instancias (partidos políticos, sindicatos, ONG's) que de un modo u otro luchan por transformar cierto estado de cosas y mejorar la forma de vida de la sociedad.
Sin embargo, uno de los pocos sitios donde el proceso de democratización no ha llegado, es la carcel. La carcel continúa siendo el mismo lugar opaco e invisible, donde los ojos de la sociedad no pueden ver qué es lo que ocurre en su interior, y quienes allí permanecen alojados tampoco pueden ver lo que acurre en el afuera, como si se tratase de un gran ghetto, inexpugnable, que no forma parte de nuestra sociedad y cuyos ocupantes se tratasen de extraterrestres.
Si bien es cierto que la carcel constituye la más palmaria demostración del fracaso rotundo de sus proclamados fines (resocializar, reinsertar, readaptar), ello no quita que -mal que nos pese- todo indica que tendremos que convivir con esta institución por largos años, de donde se torna un imperativo humanitario procurar mejorar las condiciones de vida de las personas que allí se alojan.
En esta línea de pensamiento, no encuentro razón alguna -ni siquiera las de seguridad- que expliquen los motivos por los cuales no se puede democratizar la vida en las cárceles.
En mi óptica, esta democtratización debe operar en una doble vía, tanto interna como externa.
En lo interno, debería propenderse a que los internos tengan algún nivel de participación en la conducción de los sitios donde se encuentran alojados, teniendo la oportunidad de ser escuchados por aquellos que tienen a su cargo conducir los destinos de los establecimientos. Ser escuchados no significa pararse con una reja de por medio para oir los reclamos. Ser escuchados significa colocarse en una posición de igualdad para debatir los puntos centrales que hacen a la convivencia. La participación de los principales interesados en el fenómeno de la vida carcelaria (los propios presos) debería redundar en forma inmediata en el mejoramiento de las condiciones de vida, ya que nadie mejor que los propios internos son los que conocen la forma de elevar dicho estandar. Esta forma de conducción de las instituciones de encierro (cárceles, manicomios, orfanatos, geriátricos), ignorando la existencia de las personas que justifican su existencia, los cuales son tratados como meros objetos, es una de las formas más acabadas de autoritarismo, inaceptable para la vida en democracia.
En lo externo, debe fomentarse la formación de comisiones de familiares de personas privadas de la libertad, como asimismo de otras entidades de apoyo a los presos, para perforar de ese modo el muro que separa el encierro de la vida en sociedad, y que sean terceros ajenos a la institución carcelaria, los encargados de transparentar al resto de la comunidad lo que ocurre intramuros, contribuyendo a desmitificar el fenómeno carcelario.
En resumidas cuentas, la democratización de la carcel es una de las inexplicables asignaturas pendientes que tenemos como sociedad y que deberíamos afrontar en homenaje a la sensibilidad humana y la dignidad de las personas.

5 comentarios:

Fran N. Ferrón dijo...

Estoy de acuerdo con vos. Nada mejor que la democratización de todas las instituciones de un Estado de Derecho.
Las cárceles no deberían quedar afuera y sobre todo siendo un lugar tan abandonado por todas las autoridades de turno y de turnos anteriores.
Ya es tiempo de un cambio y de focalizarnos en el bien común.

Un abrazo.

gA dijo...

Es claro: la anomia sobre la representación genera que la cuestión se resuelva informalmente en cabeza del más pesado, que en la práctica te feudaliza la cárcel y arma un poder paralelo e incontrolado.

Estupendo post. Es una de esas cosas que uno lee, y piensa: ¿Cómo no se me ocurrió antes?

Aubry et Rau dijo...

Agradezco los elogios y comentarios de mis dos amigos y me alegro que coincidamos en este punto.

Claudia dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con tu idea de democratizar las cárceles.
Pero desde el punta de vista político es un tema muy espinoso, ya que a la población en general no le interesa en absoluto lo que sucede ahí dentro y los políticos en su gran y única labor de hacer política no tienen intenciones de meterse en este tema contrariando la opinión publica.

Aubry et Rau dijo...

Gracias Claudia por tu comentario.

Coinido que nuestros políticos, a ambos márgenes del Plata, parece tener otras urgencias, que no son justamente las de las personas privadas de la libertad por decisión estatal, básicamewnte ya que, a mi criterio, la carcel no reditúa votos, como no sea profundizar sus consecuencias.

Pero no queda otra que seguir bregando por estos temas, que en definitiva no son más que bregar por la calidad de nuestras instituciones y por una convivencia social más democrática.