viernes, 26 de enero de 2007

¿La búsqueda de una raza superior?


Soy consciente que se me podrá decir que el razonamiento que voy a desgranar a continuación es un tanto extremista, y es probable que ello sea cierto. Pero si un blog no sirve para esto (para desgranar hipótesis más o menos descabelladas) ¿para qué serviría?.
Me voy a enancar en una preocupación constante de Alberto Bovino, desarrollada en su blog como lo son las modernas campañas destinadas a preservar la salud de la población, campañas que no se han agotado en la mera prevención (difusión de los riesgos que acarrea el consumo de determinadas sustancias -alcohol, tabaco, estupefacientes, alimentos con alto contenido calórico o graso, etc- o la práctica u omisión de ciertas costumbres -sedentarismo, noctambulismo, adición al trabajo, estrés-), sino que han pasado a "las vías de hecho" con la represión directa o indirecta de estas costumbres que en ultimidad sólo perjudican o benefician (según se lo quiera ver) a quien las realiza.
A ese último respecto (que los consumos que hacemos o las prácticas que realizamos sólo nos perjudican o benefician a nosotros mismos), quiero traer a colación una frase que aparece en la tapa de Pensamiento Penal y que dice: «De la piel para dentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país.»
Creo que esta idea resume perfectamente lo que queremos decir aquellos que sostenemos que la verdadera libertad es la libertad individual, y que si se encuentra sumada a las libertades coletivas, tanto mejor, ya que ambos conceptos no son antitéticos, sino que muy por el contrario, el uno (las libertades individuales) son el presupuesto imprescindible del otro (las libertades colectivas), pero que de nada valen las libertades colectivas (votar cada tanto, asociarnos, etc) si no somos dueños de hacer con nuestra vida lo que mejor nos parezca.
Pero dejemos esta mescolanza a la que me voy inclinando para retornar al quicio del planteo, parafraseando a Augusto Mario Morello, si se me permite esta nueva digresión.
Como decía, los intentos oficiales para que los individuos nos comportemos de una manera determinada (que nos levantemos temprano, que no fumemos, que no bebamos alcohol, mucho menos otras sustancias "peligrosas", que hagamos gimnasia, que comamos comidas light, que no nos quedemos quietos mucho tiempo en el mismo sitio, y así sucesivamente) han trascendido la mera expresión de deseos y se han transformado en materia punitiva, consistente en prohibiciones de acceso a determinados lugares (fumadores), multas (vagancia) y hasta arrestos (prostitución, ebriedad) o prisiones (como es el caso de los estupefacientes)
A lo que voy. Estas tendencias: ¿no encubren la intención -deliberada o encubierta- de lograr una "raza superior"? ¿no será que el estado -como ente omnipresente- no se resigna a ver discurrir la vida tal cual es y pretende ciudadanos delgaditos, con los pulmones sanos, peinaditos a la gomina, que no realicen prácticas de dudosa moralidad, y así sucesivamente?
Estas "experiencias" -como todos saben- ya han sido intentadas en el pasado no tan remoto, pero en forma no tan sutiles como las que ahora se describen, con los resultados por todos conocidos.
Entonces, nadie podría oponerse a una población sana y saludable. Pero esa sanidad no puede ser alcanzada sobre la base de aplastar las libertades individuales. Sí es necesario que el estado cumpla el rol de informar en forma responsable y fidedigna acerca de las características de las sustancias que consumimos, como asimismo, los riesgos que pueden traer aparejadas determinadas costumbres. Y de ahí en adelante, con cabal comprensión de las cosas, cada uno debe ser dueño de autodeterminar su propia existencia, y es el estado quien debe arrodillarse ante esa decisión y no a la inversa.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Aubry et Rau:

Al fin alguien que sale en defensa de mi vicioso hermano! Te lo agradezco y me voy a fumar un cigarrillito de esos que se hacen con hojas de una planta cuyo nombre ahora no recuerdo.

Abrazo

Alfredito Bovino

Marta Salazar dijo...

y qué me dices del uso de los condones, de su promoción? porque aquí se trata precisamente de evitar que algunos se multipliquen...

yo tomo, fumo y ... no sé qué más... Entetenido tu blog, salté desde el blog de Marcos.

Aubry et Rau dijo...

Gracias Marta, un honor que hayas pasado a visitarnos.

Estoy mirando tu voluminosa presencia en la blogósfera, y te felicito por tamaña prolifidad.